Con 22 años de experiencia y formación en diferentes linajes de yoga, me di cuenta que el yoga que se imparte actualmente, por lo general , no promueve una transformación profunda como indican los textos tradicionales. ¿Por qué?

Vivimos sumergidos en un paradigma materialista que lo impregna todo, de esta forma el yoga tradicional, a través de los diferentes estilos creados posteriormente, se fue reduciendo prácticamente a su componente más “físico”, como es el asana (postura corporal); relegando a una posición anecdótica e incluso al olvido, la práctica y comprensión de los otros 7 “angas” o ramas imprescindibles para llegar a una experiencia profunda de lo esencial.

Nací con un profundo anhelo, a veces difícil de comprender, otras en contraposición a mi identidad construida; y sobre todo complejo de sostener en un mundo como en el que vivimos. Mas cuando algo brota del centro del propio latido, sólo puede caminarse con fuerza y con mucha verdad.

En pocas palabras, este anhelo podría resumirse, como el deseo profundo de que todos los seres podamos recordar quiénes somos, liberarnos de la hipnosis en la que estamos sumergidos, re conectar con nuestro verdadero potencial en medio de un paradigma reduccionista y la historia socio-cultural que nos han contado; para poder liberarnos del sufrimiento que no es intrínseco a la vida natural.